Por Margarita Natuche
Directora Revista Realidades
Vergüenza ajena, impotencia, desazón, es lo que me causa escuchar solo algunos de los casos de personas con discapacidad que cuando se acercan a cobrar su magro beneficio, se encuentran con que el dinero no esta depositado en sus cuentas. Mientras los legisladores se aumentan los viáticos de sus dietas, los maestros continúan luchando por un aumento en sus salarios poco dignos, las fuerzas de seguridad continúan cobrando sueldos muy bajos teniendo en cuenta que arriesgan su vida todos los días contra delincuentes que están mejor pertrechados que la policía y como si esto fuera poco los jubilados y pensionados que accedían al beneficio de retirar medicamentos con el 100% de descuento para enfermedades crónicas, les es suspendido si tienen la «osadía» de tener un automóvil o una propiedad, que seguramente lograron por trabajar denodadamente y no porque se los haya regalado el gobierno. Yo me pegunto si los funcionarios nacionales o provinciales acuden a comprar medicamentos a las farmacias, si tienen idea del costo de los mismos, si creen que con $6.000 de una jubilación o pensión mínima los abuelos pueden alimentarse y vivir dignamente después de toda una vida de trabajo. Evidentemente la única respuesta es que el presidente Mauricio Macri y todos los funcionarios de su gabinete no tienen sensibilidad y buscan la forma de sacarle a la gente que menos cobra la mayor cantidad de beneficios posible. El solo hecho de pensar en la innumerable cantidad de aumentos sobre los servicios esenciales y en la canasta básica sin techo en el corto plazo en contraposición a la quita desmedida y sin aviso de los beneficios con los cuales contaban los mas necesitados, solo nos lleva a la pregunta: «¿CAMBIEMOS?», un nuevo modelo donde a los funcionarios, con bolsillos llenos y detrás de un escritorio, les es fácil sacarle a los que menos tienen.