1810 y 2003: ESCOBAR Y EL ESPIRITU DE MAYO. Por Ariel Sujarchuk

Ariel SujarchukLa gesta iniciada por nuestros padres fundadores en Mayo de 1810 significó el primer síntoma de una clara intención de cambio, de pelear contra los intereses concentrados y arraigados para sembrar nuevos horizontes, sueños y utopías entre las jóvenes generaciones de criollos. Hombres como Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Castelli y, más tarde, José de San Martín, expandieron por nuestras tierras las banderas de libertad, igualdad y fraternidad que sacudían desde hacía años a Occidente. En este proceso de independencia, no sin enfrentar la férrea resistencia de los enemigos internos y externos, inculcaron al pueblo la importancia de ser soberano de su destino y de luchar por el derecho a elegir.
Casi 200 años más tarde, después de dictaduras genocidas y democracias débiles tuteladas por el poder económico concentrado que condenaron a la exclusión y marginalidad a millones de argentinos, Néstor Kirchner nos devolvió –durante otro 25 de Mayo- el significado de las palabras cambio y transformación, de ideas y convicciones. Como lo hicieran aquellos hombres de Mayo, enfrentó con coraje y valentía a las corporaciones que pugnaban por mantener el orden establecido. Al revalorizar la política como herramienta fundamental en la construcción de un proyecto colectivo inclusivo, justo y soberano que nos permitiera volver a ser libres, marcó un camino a miles de jóvenes que hoy
La Historia nos muestra que los cambios y las transformaciones presuponen procesos complejos, batallas por librar y desafíos por sortear. Sin embargo, también nos regala frutos maravillosos, como el recorrer este sinuoso camino que implica ampliar derechos entre los sectores postergados para así consolidar la democracia de hombres libres e iguales soñada por nuestros libertadores.
Como en 1810, como en 2003, en Escobar también se vienen tiempos de cambios y de transformaciones. De romper con el orden establecido que nos llevó a sentirnos menos que las localidades vecinas. Es hora de construir, de una vez y para siempre, el municipio que nos permita volver a vivir tranquilos.

Ariel Sujarchuk